El resfriado común, gripa o rinofaringitis, es un proceso infeccioso e inflamatorio agudo de las vías respiratorias altas, causadas generalmente por un virus. Su manejo va encaminado a tratar los síntomas y a seguir algunas recomendaciones (las cuales nombrare a continuación) para evitar alguna complicación asociada. Generalmente son cuadros que tienden a resolver por si solos y no requieren de procedimientos o tratamientos mayores. Por tratarse de un lactante menor (bebé menor de 6 meses), son muy pocos los medicamentos que se pueden emplear para ayudar a manejar el cuadro.
RECOMENDACIONES:
- Cuidados frente al clima: Evitar cambios bruscos de temperatura, abrigar al bebé muy bien.
- Los padres o personas cercanas al bebé deben usar tapabocas, con el fin de evitar la reinfección del virus o la adquisición de uno nuevo que empeore el cuadro actual.
- Aumentar el consumo de leche materna (darla con más frecuencia).
- Vigilar la temperatura del bebé, la cual debe tomarse con termómetro y no debe exceder de más de 38°c.
- Si el bebé presenta congestión nasal o abundante moco, realizar LAVADOS NASALES con suero fisiológico o solución salina: Un chorro con una jeringa por cada fosa nasal con el bebé sentado o de medio lado. O en su defecto aspirar el moco con una "pera".
- Medicamentos como el acetaminofén (calculando su dosis de acuerdo al peso), se pueden emplear de manera segura para manejo de la temperatura y como analgésico.
- Evitar darle al bebé remedios naturales o medicamentos no formulados por un profesional (dada su edad).
Recuerda que, si el bebé presenta alguno de los siguientes síntomas o signos de alarma, deberán consultar por URGENCIAS o de manera prioritaria:
- Accesos de tos (tos muy seguida) que logre ahogar al bebé, lo ponga morado, muy rojo o lo haga vomitar.
- Dificultad para respirar: Si el bebé respira muy rapido persistentemente, se le hunden las costillas, se le ponen los labios morados, realiza aleteo nasal.
- Alteración de la consciencia: Si lo ven somnoliento o en su defecto muy irritable
- Fiebre alta persistente, de difícil manejo o que persistente mayor a 3 días (tomada con termómetro).
- El bebé no recibe alimentos (leche de fórmula o lactancia).
- Diarrea abundante, etc.