El sueño es un evento fisiológico no completamente entendido. Existen múltiples teorías, complementarias entre sí, que explican sus funciones y posibles razones de ser desde un concepto biológico, fisiológico y evolutivo. Pero si es claro su papel en el bienestar del ser humano.
El sueño polifásico o patrones de sueño interrumpido o segmentado, no cuentan con un verdadero sustento científico que apoye su realización. Por el contrario, su tendencia a aparecer en poblaciones con deprivación de sueño o deterioro de su calidad de vida como en algunos pacientes ancianos, militares o trabajadores nocturnos, sugiere que quizás no sea la alternativa de sueño más adecuada en la actualidad (en contraste con el patrón de sueño en otras épocas, como el sueño nocturno interrumpido). Debido a la ausencia de estudios específicos no se habla de deterioro neuronal secundario, pero sí es posible afirmar que un mal patrón de sueño (que no se ajuste a las necesidades del individuo) generará malestar neuropsiquiátrico.
El patrón de sueño se encuentra fuertemente influenciado por el tiempo de luz y la respuesta corporal a esta mediante los denominados ciclos circadianos. Así mismo, el sueño cuenta con 4 fases fundamentales que ocurren de forma progresiva y repetitiva a lo largo de la noche, con un tiempo total entre ellas de 70-120 minutos, por lo que una siesta de 20 minutos (como sugiere el protocolo Uberman) no serían suficientes para permitir la totalidad del proceso. Es posible que la mayor parte de los individuos que lo inicien lo abandonen por las dificultades e incomodidad física y mental (principalmente al inicio).
Durante la segunda fase del sueño (Fase 2 del sueño NREM) que ocurre aproximadamente entre el minuto 7 y el minuto 32 una vez conseguido el sueño, se cree ocurre la consolidación de la memoria. En este sentido, la realización de siestas durante el día tendría alguna utilidad o beneficio si permiten la incursión en dicha fase. La realización de siestas suele relacionarse con una disminución del estrés y carga laboral (es practicada en algunos países como España), pero difiere de los protocolos de sueño polifásico.
Por otro lado, debe considerar que social y culturalmente, no es sencillo adaptar espacios de sueño repetitivos sin intervenir con sus actividades o llegar a afectar su desempeño a lo largo del día.
Como conclusión, podemos considerar que los patrones de sueño actualmente aceptados pueden diferir de las prácticas antiguas o de las actividades de los seres humanos primitivos. Sin embargo, el sueño es un componente fundamental del bienestar físico y emocional que debe protegerse, su alteración se suele reflejar en un deterioro de la calidad de vida y exacerbación de patología psiquiátrica. Las conductas referidas como sueño polifásico no cuentan con evidencia suficiente para sugerir su implementación, no siendo una alternativa viable en la mayor parte de pacientes debido a las dificultades físicas y sociales en su aplicación, pudiendo ser útil para algunos; pero no por eso puede constituirse como una recomendación rutinaria en la actualidad.