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Es muy frecuente que muchas personas confundan los términos de tristeza y depresión para hacer referencia a una situación o momento de desasosiego. Muchas veces creemos también, que la persona está llamando la atención, y lo importante en estos momentos, es no pensar que es así y mucho menos decírselo. Pues el creer que “está llamando la atención”, puede convertirse en un factor de riesgo que refuerza la conducta de la persona, para demostrar y retar que su sentir no es solo actuación, llevando a tomar cualquier acción para demostrar su sentir a cualquier coste.
Por su parte, la tristeza, es una emoción natural que puede experimentarse ante diferentes circunstancias de la vida cotidiana. Por ejemplo, cuando experimentamos que algo no salió como esperábamos, como obtener malas notas o pelear con la pareja. La tristeza, se entiende como una emoción temporal que puede movilizarnos, pero no limitarnos. La tristeza se ha victimizado. Pero lo que poca gente considera, es que su experiencia nos ayuda a dar un significado diferente a las situaciones por las que se está pasando.
Al menos una de cada cinco personas que visitan al médico tienen estas quejas o sentimientos similares. A veces, por ninguna razón aparente, la gente se siente triste, sin ganas o con desesperanza sobre la vida. Algunas personas sufren problemas emocionales causados por dificultades o situaciones dolorosas como perder un ser querido, problemas en su salud o dificultades con su pareja, entre otras. Otras veces, las personas pueden experimentar cambios en su estado de ánimo por alguna situación momentánea que luego desaparece. En otras personas, eso no sucede así. Aquí podemos hablar de un tipo de depresión.
Por su parte, se entiende la depresión como un problema de salud mental, que puede afectar de manera significativa a las personas que la padecen. Puede llevar a la persona experimentar muchas situaciones negativas, y dar un significado hacia el fracaso y la decepción, desvalorizando las capacidades que tiene y atentando contra su valor personal.
Con todo el contexto previo, podemos decir que en definitiva no es lo mismo, y aunque la tristeza no es inherente a la depresión, su experiencia se puede entender e interpretar de manera diferente y adaptativa.