La Propiocepción definida de forma sencilla, es la capacidad que tiene el cerebro de saber en qué lugar del espacio están las distintas partes del cuerpo, incluso sin mirarlas. La flexibilidad es la capacidad de los músculos en este caso de lograr estiramientos mas allá de su longitud máxima esperada en reposo sin provocarle daño. Para que el cerebro perciba dónde están las partes del cuerpo, un receptor debe enviarle señales y estos se encuentran ubicados en los músculos del cuerpo además de otros lugares (los receptores propioceptivos dan la información al cerebro sobre qué hacen y dónde están cada uno de los componentes de nuestro cuerpo). Existen varios tipos de receptores propioceptivos: En los husos neuromusculares, se estimulan con la tensión y envían información sobre la contracción de los músculos. En los órganos tendinosos de Golgi, ubicados en los tendones de los músculos, también informan de la contracción muscular. Receptores de presión, se encuentran bajo la piel (bajo la Dermis) y su densidad es altísima en la palma de la mano y en los pies. Informan sobre la presión y la ubicación con ayuda de la fuerza de gravedad. El cuarto se encuentra en el oído y lo componen más de 20.000 neuronas, y en este orden de ideas, la flexibilidad de un músculo puede influir en el tipo de mensaje que envía a través de estos propioceptores al cerebro para ser interpretados.