La capsaicina presente en la pimienta picante, la cayena, la mostaza de Dijon, el chile, el tabasco y la páprika, entre otras sustancias, estimula los receptores de calor y dolor de la epidermis provocando así una irrigación sanguínea más intensa y una fuerte sensación de quemazón en la boca. El cerebro "engañado" cree que la temperatura corporal está aumentando peligrosamente y pone en marcha los mecanismos necesarios para evitarlo: entre ellos el sudor y la dilatación de los vasos sanguíneos (que causan el rubor). La parte positiva es que la capsaicina, a concentraciones adecuadas, también favorece en el cerebro la producción de endorfinas que son moléculas que promueven la sensación de bienestar.