Cuando la leche materna deja de ser suficiente para atender las necesidades nutricionales del lactante hay que añadir alimentos complementarios a su dieta. La transición de la lactancia exclusivamente materna a la alimentación complementaria abarca generalmente el período que va de los 6 a los 18 y a los 24 meses de edad y es una fase de gran vulnerabilidad, cuando para muchos niños empieza la malnutrición y de las que más contribuye a la alta prevalencia de la malnutrición en los menores de 5 años de todo el mundo. La OMS calcula que en los países de ingresos bajos 2 de cada 5 niños tienen retraso del crecimiento.
La alimentación complementaria debe introducirse en el momento adecuado, lo cual significa que todos los niños deben empezar a recibir otros alimentos, además de la leche materna, a partir de los 6 meses de vida. La alimentación complementaria debe ser suficiente, lo cual significa que los alimentos deben tener una consistencia y variedad adecuadas y administrarse en cantidades apropiadas y con una frecuencia adecuada, que permita cubrir las necesidades nutricionales del niño en crecimiento, sin abandonar la lactancia materna. Los alimentos deben prepararse y administrarse en condiciones seguras, es decir, reduciendo al mínimo el riesgo de contaminación por microorganismos patógenos. Además deben administrarse de forma apropiada, lo cual significa que deben tener una textura adecuada para la edad del niño y administrarse de forma que respondan a su demanda, de conformidad con los principios de la atención psicosocial. La adecuación de la alimentación complementaria (en términos de tiempo, suficiencia, seguridad y adaptación) depende no solo de la disponibilidad de alimentos variados en el hogar, sino también de las prácticas de alimentación de los cuidadores. La alimentación del niño pequeño requiere cuidados y estimulación activa, que su cuidador responda a los signos de hambre que manifieste el niño y que lo estimule para que coma. A esto se le llama alimentación activa. La OMS recomienda que los lactantes empiecen a recibir alimentos complementarios a los 6 meses, primero unas 2 o 3 veces al día entre los 6 y los 8 meses, y después entre los 9 a 11 meses y los 12 a 24 meses, unas 3 o 4 veces al día, añadiéndoles aperitivos nutritivos 1 o 2 veces al día, según se desee.
- Verduras y hortalizas son alimentos con pocas calorías que se recomiendan siempre con aceite de oliva y normalmente mezclados con otros alimentos como legumbres, arroz, patata y/o carne. En principio, a partir de los 6 meses, pueden comer todo tipo de verduras y hortalizas, es decir: judías, patata, zanahoria, puerro, calabacín, etc. Todas excepto las que acumulan más nitratos, que en nuestro cuerpo se transforman en nitritos y son peligrosas, por ser capaces de oxidar la hemoglobina produciendo metahemoglobina, una célula que no puede transportar el oxígeno a los tejidos. Esto provoca cianosis o el conocido como “Síndrome del niño azul”, provocado por una falta de oxígeno en los tejidos. De no tratarse, es una enfermedad que puede ser grave. Las que acumulan más nitritos son las espinacas, las acelgas, la remolacha y el nabo, que es mejor no ofrecer hasta los 12 meses de edad (desde los 6 meses pueden comer, en realidad, pero mejor en muy poca cantidad).
- Fruta: También son un tipo de alimento con pocas calorías (menos que la leche materna) por lo que debemos ofrecerlas en pequeñas cantidades para que puedan seguir con la leche y otros alimentos con más calorías. A partir de los 6 meses pueden comer cualquier fruta. Antiguamente se esperaba para el melocotón hasta los 12 meses, para las fresas hasta los 18 meses, por ejemplo, pero como ya he explicado más arriba, actualmente no hay ningún estudio que recomiende esperar más allá de los 6 meses a la hora de ofrecer alimentos potencialmente alergénicos. El zumo, aunque proviene de la fruta, se considera más un refresco hipercalórico que una bebida sana. Lo es, porque para lograr un vaso de zumo son necesarias 2 o 3 piezas de fruta y entonces lo que se está bebiendo un niño cuando se bebe 1 vaso de zumo es lo equiparable a esas 2 - 3 frutas enteras, así de golpe y sin la fibra de la fruta, que se ha quedado en lo que ha sobrado. Lo recomendable en este sentido es que los bebés consuman cuanto menos zumo de fruta, mejor. Y los niños, pues igual, máximo medio vaso de zumo al día (tiene tantas calorías provenientes de los azúcares de la fruta que quitan el hambre al niño, cuando podría estar comiendo en sustitución otras cosas más sanas).
- Cereales: trigo, maíz, cebada, avena, centeno, mijo, arroz, quinoa, amaranto... y en realidad, aunque hay papillas de 8 cereales no es necesario que los prueben todos si luego en su vida no van a comer de muchos de ellos (no conozco a nadie que coma mijo, por ejemplo). De hecho, ni siquiera es necesario que coman cereales en polvo, pues desde los 6 meses podemos darles arroz, pan, galletas y pasta, siendo preferible de inicio no pasarnos con los cereales que llevan gluten (avena, trigo, cebada, centeno) o sea que maíz y arroz sin problemas, pero las cosas que contengan gluten, con precaución al principio. La recomendación actual es dar un poquito cada día durante más o menos 1 mes, para que el cuerpo se vaya acostumbrando y el riesgo de celiquía sea menor. Un estudio reciente dice que esto no está demostrado que sea mejor, y probablemente tenga razón, pero por ahora, hasta que se establezca una recomendación más o menos oficial, seguimos diciendo lo mismo, poco de inicio durante unas semanas y luego ir aumentando la cantidad de cereales con gluten.
- Carne: Pueden comer cualquier carne desde los 6 meses de edad. De inicio, las más recomendables son el pollo y el conejo, por ser de animales pequeños. La carne de ternera, al ser de un animal más grande, tiene más colágeno y la digestión puede ser un poco más difícil. La de cerdo, por su parte, también puede ser indigesta y se recomienda el solomillo, por ser una carne más jugosa y sin nervios. Los embutidos, por la cantidad de sal, conservantes y colorantes, y por el bajo porcentaje de carne que toma en realidad el bebé, pueden ofrecerse desde los 6 meses pero siempre de manera muy puntual. Pescado y marisco: con el pescado llevan muchos años mareando la perdiz y hemos visto recomendaciones que iban desde los 9 meses hasta los 3 años, según a quién preguntara. Gracias a la revisión de estudios comentada sabemos que los bebés pueden comer pescado desde los 6 meses, aunque habría que evitar darles peces grandes, por la cantidad de mercurio que acumulan (pez espada, tiburón, atún y lucio), que podrán comer con moderación a partir de los 3 años (la culpa no es de los niños ni de los peces, sino del mercurio que llega al mar de las industrias). En lo que respecta al marisco, es especialista en acumular cadmio, que también es tóxico, y por eso no se recomienda ofrecerlo hasta que los niños tengan al menos 3 años.
- Legumbres: pueden empezar a ofrecerse a los 6 meses y, de hecho, al ser ricas en hierro se recomienda hacerlo, siendo interesante acompañarlas de algún alimento rico en vitamina C para que el hierro se absorba mejor: naranja, mandarina, tomate, etc. Si por la piel de las legumbres el bebé sufre flatulencias es mejor retirarla. Si aún quitando la piel, las legumbres siguen produciendo flatulencias, es mejor esperar un tiempo para volver a ofrecerlas o darlas con moderación.
- Huevo: es otro de los que no se daban hasta los 12 meses, pero que pasa a poder comerse a partir de los 6 meses también.
- Leche y derivados: la leche artificial es un derivado de la leche de vaca, pero no entraría a formar parte de este grupo porque, obviamente, en caso de necesidad o de decisión de los padres, un bebé puede ser alimentado con leche artificial desde el primer día de nacido. A partir de los 6 meses los bebés pueden tomar leche y derivados, aunque siempre con moderación. Sigue siendo mejor la leche materna (lo es siempre) y sigue siendo mejor la leche de fórmula, que la leche de vaca, que no se recomienda hasta los 12 meses. En cuanto a yogures, actimeles, petit suisses y todas esas cosas, pueden, pero el consejo es el mismo: con moderación. La razón es que son alimentos ricos en proteínas y si juntamos el huevo, la carne, el pescado y los lácteos el bebé estará tomando muchas más proteínas de las que necesita. En los 3 primeros casos, el aporte de hierro será una buena razón para ofrecerlos, pero los lácteos son muy bajos en hierro. Entonces hay que elegir: no pudiendo darle todos los alimentos ricos en proteínas, vale más darle los que sean ricos en hierro. Lo ideal es empezar con ellos a partir de los 12 meses y, por entonces, que sean lácteos enteros, pues los desnatados no se recomiendan hasta mínimo los 2 años de edad. ¿Los yogures de bebé? Exactamente la misma recomendación. Tienen tal cantidad de proteínas (prácticamente igual que las de un yogur normal) que no se entiende demasiado que sigan existiendo. Ya digo, por que le den a un niño un yogur de vez en cuando no va a pasar nada, pero mejor no hacerlo a menudo porque para proteínas ya están las de los alimentos ricos en hierro y porque, para darle un derivado de la leche de vaca sin modificar, pues para eso le damos el pecho o, en su defecto, un biberón de leche artificial, más adaptada al bebé.
- Otros alimentos: la sal no es recomendable. Hace que los niños coman más de lo que necesitan ya que es un sabor que les gusta. Además, se corre el riesgo de que se acostumbren a este sabor y les cueste aceptar otros sabores menos salados. Se recomienda moderación y cuanto más tarden en empezar a tomarla, mejor. El azúcar produce el mismo efecto que la sal, haciendo que se coma de más y que se acostumbren a ese sabor, pero con el añadido de que es un alimento desmineralizador y que aporta muchas calorías y pocos nutrientes, cuando un bebé necesita muchas calorías, pero también mucho nutrientes. Se recomienda evitarla también en la medida de lo posible. La miel es la alternativa natural al azúcar ya que endulza igualmente, pero puede contener esporas de Clostridium Botulinum, que pueden ser absorbidas por el intestino inmaduro del lactante, produciendo botulismo, y por eso se desaconseja su consumo en menores de 1 año.
- Frutos secos no se recomiendan por el riesgo de atragantamiento, al ser pequeños y duros.
- El aceite se puede ofrecer a partir de los 6 meses para dar sabor y calorías a algunos menús. El mejor, el de oliva.
- Alimentos integrales: son más sanos ya que están menos modificados, se recomiendan por encima de los que provienen de harinas refinadas desde los 6 meses.
- El agua se empieza a ofrecer a los 6 meses y, como todo lo demás, se toma a demanda. Si tiene sed beberá más, si no la tiene, beberá menos. No hay que forzar al niño a que se la beba porque muchos alimentos ya llevan agua y quizás no tenga sed.