En muchas ocasiones el diagnóstico se hace por la clínica, es decir por la presencia de crisis convulsivas, aunque no haya anormalidades en los exámenes. Es necesario que se esté en controles periódicos con el neurólogo para hacer el seguimiento adecuado. Si no se está de acuerdo con el diagnóstico, es recomendable que se acuda a una segunda opinión con otro neurólogo llevando el resumen de la historia clínica.