El Síndrome de Asperger no tiene una causa definida y se cree que es una alteración genética que afecta al cerebro.
Por lo general, los pacientes no tienen retraso cognitivo ni en el habla. Los problemas que presentan son de tipo social.
Los tratamientos deben ser multidisciplinarios: terapia cognitiva o psicoterapia para ayudar a los niños a manejar sus emociones, comportamientos repetitivos y obsesiones; fisioterapia y terapia ocupacional para mejorar las destrezas motoras y atacar los problemas sensoriales; entrenamiento en contactos sociales, que con frecuencia se enseñan en un grupo.
Entre más temprano se empiece este proceso, mejor respuesta se va a tener a largo plazo.