Los síntomas del estrés son diarrea o estreñimiento, mala memoria, dolores de cabeza, falta de energía o concentración, problemas sexuales, cuello o mandíbula rígidos, cansancio, problemas para dormir o dormir demasiado, malestar de estómago, uso de alcohol o drogas para relajarse, pérdida o aumento de peso. El estrés de forma crónica puede aumentar el riesgo de presentar presión arterial alta, insuficiencia cardíaca, diabetes, obesidad, depresión o ansiedad, problemas de la piel (acné o eczema), problemas menstruales.