La piel a parte de cumplir con numerosas funciones como defensa y protección, también cumple una función muy importante en la regulación de la temperatura corporal. En este sentido sirve como un radiador donde la sangre que circula a través de sus capilares pasa muy cerca de la superficie corporal y realiza un intercambio de energía con el medio ambiente perdiendo calor.
El resultado es que nos vemos muy rojos, ya que los vasos o capilares superficiales se encuentran con mucho flujo de sangre dándole una coloración rojiza a la piel. Esto sucede exactamente en las situaciones donde la temperatura sube y se requiere perder calor corporal.
Por otra parte, no todo el mundo está hecho igual y podemos encontrar personas que se ponen muy rojas y otras que sólo lo hacen ligeramente. Esto depende de su organismo y está dado por herencia, principalmente.