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La dietilamida del ácido lisérgico tiene actividad sobre todo a nivel del sistema nervioso central, facilitando conexiones entre regiones cerebrales que de forma usual no las tienen.
LSD tiene la peculiaridad de ser una molécula muy potente, en donde se requieren de dosis muy bajas (microgramos) para tener efecto en el organismo. Su metabolismo es así mismo muy rápido, lo cual significa que a pesar de ya no circular la substancia en el organismo, el efecto psíquico continúa. Por esos motivos, no causa afectación en el funcionamiento normal del hígado o del riñón durante la fase aguda de la intoxicación. Tampoco se ha reportado afectación a estos órganos con el consumo crónico.
Sin embargo, dada su condición de ilegalidad, en el mercado negro no se tiene garantía de que lo que se consuma sea LSD, y es ahí donde reside el riesgo, puesto que pueden venderse diversas substancias como LSD sin serlo, que sí pueden tener afectación a estos órganos. Existen diversas formas de verificar que la substancia a consumir sea LSD. Sobre todo es de utilidad el reactivo de Erlich.
Pero respondiendo a la cuestión, de si el LSD afecta al hígado o riñón, la respuesta es no. No ocasiona ninguna modificación en el funcionamiento normal de éstos órganos.