Existen varias técnicas para la realización de una histerectomía según lo que se requiere extirpar, las condiciones de la paciente y la destreza del cirujano.
Histerectomía total laparoscópica (HTL): el útero y el cuello uterino se extirpan usando instrumentos laparoscópicos insertados a través de 3 a 5 incisiones pequeñas en el abdomen.
Histerectomía supracervical laparoscópica (HSL): el útero se extirpa, pero el cuello uterino se deja intacto, usando instrumentos laparoscópicos que se insertan a través de 3 a 5 incisiones pequeñas en el abdomen.
Histerectomía vaginal laparoscópica (HVL): el útero y el cuello uterino se extirpan a través de una profunda incisión en la vagina. Este método quirúrgico suele utilizarse para tratar el prolapso uterino.
Histerectomía total abdominal (HTA): el útero y el cuello uterino se extirpan a través de una gran incisión en el abdomen. El tamaño de la incisión puede variar de 15 a 30 cm, dependiendo de la condición de la paciente.
Aun cuando las histerectomías vaginal y laparoscópica mínimamente invasivas ofrecen importantes ventajas potenciales para las pacientes por sobre la histerectomía abdominal abierta (entre ellas, un menor riesgo de complicaciones, un menor tiempo de hospitalización y una recuperación más rápida), presentan desventajas inherentes. Con la histerectomía vaginal, los cirujanos se ven enfrentados a un espacio de trabajo pequeño y a la falta de visualización de los órganos pélvicos. Con las histerectomías laparoscópicas, los cirujanos pueden experimentar principalmente limitaciones en su destreza.