No existe un límite establecido para la cantidad de veces que alguien debe masturbarse. Se considera únicamente que esto deja de ser normal cuando interfiere con las actividades diarias o la relaciones interpersonales, es decir, cuando se pone la masturbación por delante de los deberes o las relaciones sexuales de pareja.
Se considera que una persona que experimenta primero con la masturbación es capaz de definir sus orientaciones sabiendo a ciencia cierta de que gusta y el como. Este tipo de conocimiento permite llevar a cabo adecuadas relaciones de pareja de una manera más madura y libre.
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