Esto no es normal y puede estar relacionado con trastornos del sueño que pueden ser orgánicos (es decir, a causa de alteraciones como niveles elevados de azúcar en la sangre, consumo de alimentos y bebidas durante el día que son estimulantes, etc) o del comportamiento. En cualquiera de los dos casos, debe llevarla al pediatra para una valoración presencial y descartar las causas orgánicas y de ser necesario, remitirla a una terapia para mejor higiene del sueño.