Si bien esta sensación ha de ser muy incómoda, es poco probable que el flujo sanguineo sea lo que esté alterado. Esta sensación puede deberse a cambios en su estado de ánimo, episodios de ansiedad, o la presencia de una infección en la región de la faringe. Si esto le molesta para respirar o le produce alguna limitación, debe consultarlo con su médico general para una valoración física presencial.