Las patologías inflamatorias del glande acompañadas de prurito por lo general están relacionadas con un cuadro de balanopostitis que puede ser traumática o por contacto. Esta puede suceder por una higiene deficiente, traumatismos o por infecciones dadas regularmente a través del contacto sexual. Entre las causas específicas están:
-Traumatismos secundarios a prácticas de cualquier índole.
-Lesiones autoprovocadas como las inyecciones de silicona, aceite, inserción de cuentas de rosarios, quemaduras de cigarrillos, etc.
-Pellizcamientos accidentales con los cierres de cremalleras.
-Fricción o roce con prendas de vestir.
-Primeras relaciones sexuales.
-La acción irritante de jabones.
-Fitodermatitis producidas por congéneres del pentadecilcatecol (savia de la hiedra, roble, corteza del mango, etc.)
-Alergia al látex de preservativos.
-Alergia a la benzocaína.
-Cosméticos como lápiz labial o saliva que provocan balanopostitis de contacto al compañero.
-Utilización de “desinfectantes” irritantes como los derivados yodados o el permanganato de potasio. Así como las balanitis ulcerosas o necróticas provocadas por el amonio cuaternario (violeta de genciana) con irritación directa a la mucosa.
-Acción irritante o cáustica de agentes como el podofilino o el 5-fluorouracilo utilizados en verrugas por VPH.
Lo más habitual es que sea por la presencia de una flora bacteriana mixta inespecífica, pero cada vez se describen más casos muy sintomáticos y de instauración rápida debidos a infección por estreptococo beta-hemolítico del grupo A (EBHGA -Streptococcus pyogenes-), especialmente si hay afectación cercana al ano o antecedente de infección orofaríngea reciente.
El tratamiento se basa en limpieza local y lavado con solución fisiológica o manzanilla amarga, acompañado por lo general con una crema de esteroides y antibiótica recetada por su médico. Se deben evitar jabones irritantes y emolientes locales.