El lavado nasal puede ser molesto pero los beneficios en el alivio de síntomas y reducción de riesgos supera dichas molestias. Para realizarlo prepare sus materiales: necesitará solución salina y una jeringa de 5 o 10 cc, preferible la última. Llene la jeringa y retire la aguja, ponga al bebé acostado de lado, sobre la fosa nasal que queda hacia arriba introduzca la jeringa sin aguja y rápidamente haga salir el líquido. De esta forma -gracias a la presión ejercida- se logra barrer el moco y despejar la vía aérea superior. El líquido saldrá con secreción por la fosa contralateral. Puede darle palmadas en la espalda.
Repita el procedimiento para el otro lado. Repita si sale mucho moco, realice cada 4 a 6 horas o por necesidad. Consulte a urgencias si: el bebé tiene dificultad respiratoria, se le hunden las costillas, se pone azul o morado, le silba el pecho, no come o todo lo vomita, hay alteración de la conciencia.