El tamaño del lunar no es necesariamente un signo de alarma de malignidad (cáncer), menos aún si es un lunar con el que se nació y ha crecido paulatinamente con el tamaño normal. Las características que deben hacer alarma sobre un lunar es: que aumente de tamaño significativamente, independientemente de su crecimiento general; que haya cambios en la coloración respecto a como era, cambios en los bordes, haciéndose menos definidos, que haya adherencia a los planos profundos, es decir que cuando se toca no se perciba solo en la Epidermis y Dermis, que haya salida de líquidos extraños, entre otros. Lo ideal es que un médico pudiera valorar el lunar para determinar si tiene características benignas o malignas, pero dado que se tiene desde pequeño, lo más probable es que no sea maligno.