Se debe continuar la medicación, debido a que es esta la que contribuye a que no se presenten las crisis. Si se suspende la medicación súbitamente, se corre el riesgo de desencadenar nuevamente las convulsiones, que a la larga afectan el bienestar y calidad de vida del menor. La suspensión gradual o definitiva del medicamento la debe realizar únicamente el personal de la salud en seguimiento por consulta externa.