La sangre está compuesta por muchos elementos, células (glóbulos rojos, glóbulos blancos), plaquetas y proteínas que cumplen diversas funciones como defensa, coagulación, inflamación, entre otras. Cuando la sangre se centrifuga, en el fondo quedan los glóbulos rojos, los blancos y las plaquetas que se ven como un botón rojo, al líquido amarillento que queda encima se le llama plasma y contiene aquellas proteínas que antes se mencionó. Si la sangre fue colectada en un tubo que tenga un anticoagulante (una sustancia que inactiva a los agentes que hacen que se formen coágulos) es posible que al agitar el tubo, los componentes de la sangre queden nuevamente en suspensión, pero si fue almacenada en un tubo sin este tipo de sustancias, las proteínas que se encargan de hacer que la sangre coagule empiezan a funcionar, se forma un coágulo y ya no se podría colocar nuevamente en suspensión.