Básicamente, el cuerpo de la mujer pierde el control de la fuerza con la que la sangre circula por su cuerpo, aumenta su presión arterial (que es esa fuerza de la sangre), y pasa con su cuerpo algo parecido a lo que sucede cuando hay crecientes en ríos y quebradas. Si no se controla adecuadamente, puede llegar a tener daños en su cuerpo o incluso a tener daños en el bebé, hasta perder el embarazo.
Generalmente, con un seguimiento adecuado por ginecología y en controles prenatales, los embarazos llegan a feliz término.