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Al tener los niveles de electrolíticos en sangre dentro de límites normales se descartan estados de descompensación como deshidratación, pérdidas electrolíticas en vómitos y diarrea, alteración electrolítica secundaria a consumo de medicamentos, enfermedades renales como acidosis tubular renal, síndrome de Bartle, síndrome de Gitleman, insuficiencia renal aguda o crónica, así como enfermedades endocrinas tales como hiperaldosteronismo, hiperparatiroidismo, insuficiencia suprarrenal, diabetes insípida, secreción inadecuada de hormona antidiurética, existiendo también la capacidad de descartar patologías óseas como osteoporosis, osteomalacia.
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