Esto que mencionas se podría considerar como una "huelga de lactancia materna", la cual se da por diversas causas, entre éstas:
- Dolor o molestias. La dentición, las aftas o el herpes labial pueden causar dolor en la boca cuando un bebé se amamanta, y una infección en el oído puede producir dolor durante la succión. Una lesión o una inflamación debido a una vacuna puede causar molestias en una determinada posición al amamantarse o beber fórmula.
- Enfermedad. Un resfrío o la nariz congestionada puede dificultarle al bebé la respiración mientras se amamanta.
- Estrés o distracción. La hiperestimulación, los retrasos en la alimentación o una separación prolongada de ti pueden causar nerviosismo y dificultad para mamar. Una reacción fuerte de tu parte al ser mordida durante la sesión de amamantamiento puede tener el mismo efecto. A veces, un bebé simplemente está muy distraído para amamantarse.
- Aromas o sabores que no son los habituales. Los cambios en tu olor debido a un nuevo jabón, perfume, loción o desodorante pueden hacer que tu bebé pierda el interés en la lactancia. Los cambios en el sabor de la leche materna, provocados por factores tales como los alimentos que comes, el período menstrual o un nuevo embarazo, también pueden desencadenar una huelga de la lactancia materna (esto en el caso de dar leche materna, así como también puede ocurrir con la fórmula por el sabor o por provocar molestias gastrointestinales).
- Reducción en la producción de leche. La suplementación con leche maternizada o el uso excesivo de un chupete pueden reducir tu producción de leche, lo cual te ocurrió al principio. A veces, la reducción en la producción de leche es un signo de embarazo.
Las huelgas de la lactancia suelen durar poco tiempo.
Una huelga de la lactancia materna puede ser una situación incómoda para ti y para tu bebé. Tal vez te sientas rechazada y frustrada. Sin embargo, no te sientas culpable: no es tu culpa.
Como recomendaciones para evitar esto puedes hacer lo siguiente:
- Seguir intentando. Sácate leche y déjala caer sobre tu pezón o en la boca del bebé para estimularlo a que se amamante, así mismo con la fórmula y el chupete. Si está frustrado, detente e inténtalo otra vez más tarde.
- Cambiar de posición. Prueba diferentes posiciones para amamantar. Si tu bebé está congestionado, sostenlo en posición vertical mientras se amamanta ya sea con leche materna o fórmula. También puede ser de ayuda succionarle las secreciones de la nariz antes de amamantarlo.
- Lidiar con las distracciones. Intenta amamantar a tu bebé en una habitación oscura y tranquila, donde no haya distracciones. O considera la posibilidad de hacer lo contrario: gira el cuerpo para que tu bebé pueda estar de frente a la actividad.
- Abrazar a tu bebé. El contacto piel a piel entre tú y tu bebé puede renovar el interés de tu bebé en la lactancia.
- Evaluar los cambios en tu rutina. Piensa si se ha producido algún cambio en tu rutina que puede estar causando malestar a tu bebé. ¿Estás estresada? ¿Estás tomando medicamentos nuevos? ¿Tu dieta se ha modificado? ¿Estás usando un tipo nuevo de perfume o de jabón con fragancia? ¿Podrías estar embarazada? Concéntrate en cuidar bien de ti misma.
Todas estas recomendaciones funcionan tanto si estás amamantando como si le estás administrando la fórmula. En ocasiones también puedes estimular las mamas para que continúen dando leche, así como también existen medicamentos que ayudan a producir leche en las mamas, los cuales puedes consultar con tu médico.
La lactancia por pecho continúa siendo la más recomendada en los primeros 6 meses de vida que la administrada por fórmula.
Es cuestión de tener paciencia, no desesperarte, así como continuar las valoraciones de peso y talla cada mes para observar que no empeore la situación.
Espero esta información te sea de utilidad, estamos a tus órdenes. No olvides calificarnos.