Se ha demostrado que la mayor parte de los adolescentes ha visto pornografía al menos 1 vez en la vida, sin embargo el consumo excesivo y crónico puede afectar a las personas a visualizar las relaciones interpersonales, distorsionar la imagen de su pareja y las relaciones sexuales y generar un acto compulsivo de observar estas imágenes en todo momento afectando la vida familiar y personal.