Los cambios se dan progresivamente y no en un orden exacto. En algunas personas se presentan primero unos efectos que otros, por lo cual no es posible explicarlo de manera estándar. Sin embargo a largo plazo con el consumo de tabaco se van dañando las paredes bronquiales y alvéolos, se empieza a acelerar la formación de placas en las arterias haciendo que disminuya la irrigación y generando dolor, isquemia y -en ocasiones- necrosis que lleva a la pérdida de extremidades.
Además se aumenta el riesgo de presentar otro tipo de problemas como hipertensión, infarto y cáncer en diferentes partes del cuerpo.