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El alcohol posee efecto vasodilatador por lo que puede ayudar al alivio de la congestión nasal, además de producir enrojecimiento facial y disminución de la presión arterial. En moderadas a grandes cantidades puede abolir el reflejo de la tos, debido a que bloquea la conducción nerviosa de los nervios en la faringe, laringe y la mucosa traqueobronquial. Después de un estudio a pacientes con alcoholismo crónico, se evidenció que estos eran mas susceptibles a procesos infecciosos pulmonares, esto debido a que el reflejo de la tos se encontraba abolido en ellos.
El uso del alcohol en enfermedades como la gripe no se recomienda, por su gran cantidad de efectos adversos a corto y largo plazo, además que para lograr estos efectos se requieren grandes cantidades.
Para el manejo de esta entidad se usan anti-histamínicos orales, mucolíticos, y sólo bajo indicaciones estrictas, los antitusivos.
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