Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, el dolor se define como una experiencia sensorial o emocional desagradable que se asocia a un daño real o potencial del cuerpo.
Esto quiere decir que el dolor tiene un componente físico secundario a un daño, como por ejemplo: una lesión traumática (esguinces, fracturas, etc.), cambios inflamatorios (artritis reumatoide, artrosis, quemaduras, etc.) y también tiene un componente emocional (ej. depresión, ansiedad) que juega un papel importante en la resolución o persistencia del dolor.
Cuando hablamos de dolor crónico nos referimos al dolor que persiste más allá de tres meses y en la mayoría de ocasiones se acompaña de alteraciones para realizar las actividades de la vida diaria (bañarse, vestirse, cocinar, limpiar, etc.), para la vida sexual, dormir, trabajar, y socializar, generando un alto impacto emocional.
Dentro de las causas más comunes de dolor crónico, se encuentra:
* Dolor de espalda.
* Dolor de cabeza.
* Dolores osteomusculares.
* Las neuropatías.
El diagnóstico del dolor crónico lo realiza un especialista en dolor, teniendo en cuenta el tiempo, la localización, la causa que lo generó, las limitaciones que le generan al paciente, la respuesta que ha tenido al manejo y los otros síntomas que lo acompañan.
Dentro del dolor existen dos grandes tipos que son el dolor nociceptivo, que está relacionado más con características como presión, punzada, y el dolor neuropático que se caracteriza por sensación de ardor, quemazón, corrientazo y/o agujas.