La dietilamida de ácido lisérgico o LSD no ha demostrado traer beneficios psicológicos o físicos al ser humano, a pesar de que fue desarrollado en la década de los 80s por un médico con el propósito de servir como agente terapéutico psiquiátrico, no se logró mejoría alguna en los pacientes que fueron tratados con el mismo, y por eso quedó relegado a una droga recreacional que provoca alucinaciones y que puede ocasionar psicosis o conductas autolesivas durante la intoxicación con la droga.