La ducha post-entrenamiento tiene beneficios tanto higiénicos como para el rendimiento físico.
La forma más eficaz de conseguir este propósito es otorgándole al cuerpo una ducha caliente que llegue al límite que podamos tolerar (más o menos 40 grados) de 2 a 5 minutos y posteriormente pasar a agua fría durante 1 minuto aproximadamente. Este proceso se debe realizar 3 veces.
Los beneficios de la ducha caliente son: Aumenta la vasodilatación y por ende el riego sanguíneo a los músculos es mayor, genera limpieza de la piel, favorece la recuperación localizada.
Los beneficios de la ducha fría son: estabilizar el ritmo cardiaco, efecto tonificante, reduce la inflamación. Se debe finalizar con agua fría la rutina.
Antes de pasar a la ducha es muy importante el enfriamiento.