Los síntomas son tos, dificultad respiratoria que puede variar entre leve, moderada, severa ante la exposición al frío, polvo, contaminación, ácaros, entre otros.
La ansiedad puede provocar respiración rápida pero no produce los mismos efectos del asma, por lo cual no se considera que produzca esta enfermedad.
El diagnóstico de la misma se realiza mediante la clínica de la persona durante la valoración presencial.