Es posible que tras alguna intervención quirúrgica o alguna situación como un rectocele, enfermedad de Crohn o cáncer se haya producido una fístula rectovaginal, es decir, una conexión anormal entre la parte inferior del intestino grueso (el recto) y la vagina. En esta situación es común que la materia fecal se expulse a través de la vagina sin que la persona pueda controlarlo. Aún cuando sea secundario a una cirugía no siempre se trata de mala praxis sino que factores propios de cicatrización del individuo y cuidados posteriores entran en juego.
Esta situación predispone a infecciones a nivel de endometrio y pelvis que pueden derivar, principalmente en personas con inmunodepresión, en infecciones sistémicas que pueden poner en riesgo la vida.
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