La pornografía puede generar cambios a nivel cerebral que influyen negativamente en la salud sexual, entre los que se encuentran, pérdida del interés sexual, adicción, necesidad de estímulos más intensos, deseo de consumo de contenido más fuerte, entre otros.
Aún no se ha demostrado que el uso de pornografía genere directamente disfunción eréctil, no obstante se ha postulado que aumenta el riesgo de la misma, por lo que los especialistas en sexología y Urología recomiendan disminuir o cesar la visualización de este contenido erótico.