La vitamina E es un nutriente presente en muchos alimentos.
En el cuerpo, actúa como antioxidante, al ayudar a proteger las células contra los daños causados por los radicales libres. Los radicales libres son compuestos que se forman cuando el cuerpo convierte los alimentos que consumimos en energía. Las personas también están expuestas a los radicales libres presentes en el ambiente por el humo del cigarrillo, la contaminación del aire y la radiación solar ultravioleta.
Por otra parte, el organismo necesita vitamina E para estimular el sistema inmunitario a fin de que éste pueda combatir las bacterias y los virus que lo invaden.
Ayuda a dilatar los vasos sanguíneos y evitar la formación de coágulos de sangre en su interior.
Además, las células emplean la vitamina E para interactuar entre sí y para cumplir numerosas funciones importantes.
Para obtener las cantidades recomendadas de vitamina E, hay que consumir alimentos variados, como los siguientes:
• Los aceites vegetales, por ejemplo, los aceites de germen de trigo, girasol y cártamo, se encuentran entre las fuentes más ricas de vitamina E. Los aceites de maíz y soja también aportan vitamina E.
• Los frutos secos (como maníes, avellanas y, en especial, almendras) y las semillas (como las semillas de girasol).
• Las hortalizas de hojas verdes, como la espinaca y el brócoli, contienen vitamina E.
• Ciertos cereales para el desayuno, jugos de fruta, margarinas y productos para untar, entre otros alimentos, son fortificados con vitamina E agregada. Lea la etiqueta del producto para saber si un alimento contiene vitamina E.
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