La mayoría de las veces el comerse las uñas se da por cuadros de ansiedad, y la mejor forma de evitarlo es tratando de mejorar lo que produce la ansiedad inicialmente o canalizando ese impulso de comerse las uñas hacia otras cosas como el ejercicio o la presión de algún objeto para liberar estrés (bolitas, prensas, etc). Algunas mujeres recurren a la aplicación de esmaltes con sabores desagradables o a la aplicación de geles o silicona que protegen la uña de la saliva y mordida constante. No existe evidencia científica de una estrategia en específico para corregir este problema.