es recomendado una buena alimentación balanceada, donde se incluyan proteínas, lácteos, Grasas: tienen un papel fundamental. Por ejemplo el omega 3 (pescado azul, frutos secos). Las vitaminas E y A (Legumbres, frutos secos, aguacate, olivas, pescado, brócoli, zanahoria, calabaza, boniato, huevos…), C (Frutas y verduras como naranjas, limones, mandarinas, fresas, kiwi, papaya, brócoli, perejil y pimientos), y D (Pescado azul, lácteos no desnatados, luz sola), son muy importantes, aunque cabe decir que tampoco es bueno suplementarlas sin más, ya que un exceso podría hacer el efecto contrario. los probióticos que son de origen microbiológico y estimula el crecimiento de otros microorganismos beneficiosos para el niño. Los podemos encontrar en yogures (lactobacillus y bifobacterias), leches fermentadas y preparaciones farmacéuticas. así como también Deben dormir bien, tener un buen descanso nocturno y si el niño necesita hacer siesta no negársela. El ejercicio físico moderado ejerce una buena influencia sobre la inmunidad de los niños, en cambio, el ejercicio de alta intensidad puede disminuir la capacidad inmunológica del organismo. Es importante que puedan tomar un poco de sol también en invierno, ya que les ayudará a sintetizar vitamina D.