Si presenta dudas respecto a la formulación o su objetivo es importante que consulte directamente con su médico tratante, tenga en cuenta que no es apropiado automedicarse porque puede agravar los síntomas.
El manejo del liquen escleroso atrófico suele emplear corticoides de alta potencia como el clobetasol por tiempo limitado por el riesgo de incremento de la atrofia secundario a su uso. Suele continuarse con corticoides de menor potencia que pueden ir alternándose para mitigar los efectos secundarios. Otras opciones como el uso de inhibidores de la calcineurina (pimecrolimus y tacrolimus) ofrecen el efecto antiinflamatorio sin el riesgo de atrofia. Otras terapias con cirugía, fototerapia y láser ofrecen alternativas en subgrupos de pacientes específicos, así como la terapia tópica con hormonas, principalmente en mujeres menopáusicas.
Es importante que continúe en control médico periódico por el mayor riesgo de cáncer de piel asociado a esta enfermedad.
En ausencia de tratamiento completo son factibles las recidivas, pero suelen responder nuevamente al manejo. Se recomienda seguir la indicación médica.