Los medicamentos de mayor uso en todo el mundo para modificar las hormonas que controlan el período y volverlos más regulares son los anticonceptivos orales o pastillas anticonceptivas. Estas pastillas se venden en el mercado con muchos nombres comerciales, y consisten en dos hormonas predominantes en el cuerpo femenino: estrógenos y progestágenos, que vienen en combinaciones y dosis diferentes. Estos medicamentos no sólo previenen el embarazo sino que pueden ser prescritos por el médico con la función de regular los ciclos menstruales, disminuir los síntomas de dolor excesivo que acompañan la menstruación, e incluso mejorar el acné. Sin embargo, tienen efectos adversos como cambios en el peso, cambios en la coloración de la piel del rostro al exponerla al sol (melasma), cambios en el estado de ánimo como depresión, disminución del deseo sexual (libido) y no deben ser recetados a pacientes con antecedentes de formación de trombos y coágulos en la sangre.