El dolor que trae la pérdida de un ser querido realmente no se quita nunca. Es cuestión de aprender a soñar otra vez, de recordar lo que había en uno que hacía a esas personas que faltan felices, y vivir a plenitud tratando de ser lo más felices posibles porque tuvimos por un ratico a esas hermosas personas a nuestro lado. El mejor homenaje que podemos hacerle a quienes ya no están con nosotros es continuar viviendo. Es una forma de decirles, así ya no estén, que los amamos y que lo que hicieron por nosotros cuando estuvieron aquí valió la dicha. Mucha fortaleza.