La prostatectomía consta de distintos abordajes: el abordaje empleado más frecuentemente para manejo de la hiperplasia prostática benigna es la prostatectomía transuretral, por medio de la cual se inserta un cistoscopia (un tubo con una cámara a través de la uretra del pene) y a nivel del cuello de la vejiga (donde se encuentra la próstata) se realiza una resección o curetaje (se raspa) el tejido prostático.
El abordaje abdominal consiste en realizar una incisión en el abdomen bajo, avanzar en los distintos planos (piel, grasa, músculo) hasta localizar la vejiga y la próstata y proceder a una resección del tejido prostático. La extensión de la resección (qué tanto cortan) podrá variar de acuerdo a la indicación de la cirugía.