El uso de la toxina botulínica para el tipo de alteración que se menciona, no afecta directamente al mal olor, actúa bloqueando la inervación de las glándulas sudoríparas y disminuye consecuentemente el exceso de sudor que se relaciona con el sobrecrecimiento bacteriano y mal olor axilar. Es un procedimiento por lo general bien aceptado sin efectos adversos, el principal limitante podría ser la tolerancia al dolor del individuo durante el proceso de aplicación, ya que si puede llegar a ser algo molesto; en algunos casos, se puede emplear un anestésico tópico para minimizar esta molestia.