Un aborto involuntario es la pérdida de un embarazo. Ocurre sobre todo en las primeras 20 semanas del período de gestación. Esto se debe a diferentes factores como, por ejemplo, anomalías cromosómicas presentes en el óvulo fecundado o bien porque el embrión no se implanta adecuadamente en el útero.
Tras un aborto el cuerpo tarda semanas en recuperar los niveles normales de hCG, es decir la ausencia total de esta hormona. En el organismo de una mujer no embarazada, el nivel de hormona hCG es 0. Los niveles de hCG en el momento del aborto varían dependiendo de cómo de avanzado estaba el embarazo.
Por ejemplo los niveles de hCG a las 6 semanas, es decir, 2 semanas después de la primera falta en el período, rondan la media entre 1.080 mlU/ml y 56,500 mlU/ml. Cuando los niveles de hCG no coinciden con los que se esperan o bien no aumentan al ritmo al que deben hacerlo, es momento de pararse a pensar en la posibilidad de que esté ocurriendo algo. Si los niveles no disminuyen después de un aborto involuntario, significa que el tejido productor de la hCG está todavía presente en el cuerpo. Hasta que la hormona hCG no deje de producirse, el ciclo menstrual no se reanudará. Esto complica las cosas, puesto que no será posible conseguir un nuevo embarazo hasta que todo haya vuelto a la normalidad. El tiempo que se tarda en volver a la normalidad en este sentido es en torno a las 4 o 6 semanas después del aborto.
Cuanto más elevados estén los niveles de hCG, más tiempo se tardarán en volver a los valores iniciales.