Normalmente se realiza en la primera visita al médico, siempre durante el primer trimestre del embarazo. Aunque si la mujer tiene una citología reciente con resultados normales, dentro del último año previo al embarazo, no suele ser necesario repetir la prueba.
Es importante ya que el embarazo puede hacer cambiar las células que ya eran anormales. Además si existe infección, el tratamiento precoz hará que se minimicen los posibles daños al feto.