Aproximadamente 1 de cada 4 mujeres detectan una ligera pérdida de sangre ocasionada por la anidación del óvulo fecundado en la pared del útero. Es lo que se conoce como sangrado de implantación. La pérdida puede durar de 1 o a 3 días, suele ser más leve que el sangrado por menstruación y más oscuro. Se produce en las primeras semanas de gestación, momento en el que el útero está muy irrigado y sangra con facilidad. Al adherirse el embrión en la pared del útero se rompen pequeñas venas y arterias que irrigan normalmente el endometrio, provocando un sangrado.
Esto ocurre entre los 6 y los 10 días después de la fecundación, período que concuerda con la fecha esperada para la menstruación, por lo que se suele confundir con su llegada. En ocasiones es sólo 1 gota de sangre y en otras puede llegar a confundirse con una menstruación ligera. El sangrado de implantación no sigue una regla fija, puede darse en un solo embarazo o en todos.