Más que a los malos olores específicamente, el olfato se adapta a no percibir los olores en general luego de cierto grado de exposición continua a un mismo tipo de olor. Cuando la exposición a un olor se da en cantidad y frecuencia altas llega un punto en que la estimulación química que se causa en los receptores olfativos eleva el umbral de percepción del mismos, haciendo que cada vez sea más difícil su percepción. Es ese el momento en que se dice, se adaptó.