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La conjuntivitis (inflamación de la conjuntiva, membrana transparente que cubre la parte blanca del ojo y la superficie interna de los párpados) cursa con síntomas como: enrojecimiento ocular, secreción, lagrimeo, sensación arenosa en uno o ambos ojos, prurito ocular, hinchazón de los párpados, sensibilidad a luz, entre otros.
Si la causa es viral suele desaparecer por sí sola sin tratamiento. En la conjuntivitis alérgica suelen ser útil los antihistamínicos tópicos y orales. Por último, en el caso de las conjuntivitis de origen bacteriano, estas también suelen resolver en su mayoría espontáneamente, pero si se tratan con gotas oculares antibióticas la curación es mucho más rápida.
En cualquier de estos casos, si se presenta disminución de la agudeza visual, constituye un signo de alarma para ser valorado inmediatamente por un oftalmólogo.
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