La oxigenación depende de la cantidad de sangre que se tiene, del aire que se respire y del funcionamiento adecuado de los pulmones. El ejercicio hace que la sangre circule más rápido y, por lo tanto, que se oxigene un poco más, pero no como causa única para que llegue oxígeno al cerebro y a la sangre. Es un factor protector cardiovascular y para algunos tipos de cáncer.