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No. El procedimiento tiende a ser muy gentil, y consiste en introducir un espejo vaginal (previamente lubricado para mejorar su introducción) y localizar el cérvix, y con un dispositivo circular parecido a un cepillo de dientes con cerdas finas se “barre” parte de la mucosa del cérvix para obtener la muestra (en algunos casos, se puede usar una pálida de madera y se hace un raspado superficial indoloro de la mucosa), y posteriormente se extrae el espejo vaginal. Lo más incómodo suele ser la colocación del espejo, por lo que la medida más adecuada es acudir lo más tranquila posible, con el fin de relajarlos músculos y permitir que sea introducido de manera gentil.
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