La metformina es un medicamento que ayuda al control de los niveles elevados de azúcar en sangre, derivado de la guanidina; este medicamento no estimula la secreción de insulina, por lo cual, a diferencia de otros medicamentos que tienen el mismo fin, no produce hipoglicemia. Además, tiene efectos benéficos sobre el metabolismo de los lípidos reduciéndolos (colesterol y triglicéridos) y la mejora sensibilidad periférica de los tejidos ante la acción de la insulina.
En este sentido, su principal uso es en el manejo de la diabetes como uno de los pilares del tratamiento actual, principalmente en la diabetes mellitus tipo 2. Sin embargo, debido a sus múltiples mecanismos de acción, puede ser empleada en distintas condiciones que se relacionen con el desarrollo de resistencia a la insulina como el síndrome metabólico o el síndrome de ovario poliquístico.
Dentro de los efectos adversos que se pueden presentar con su consumo se encuentran: malestar gastrointestinal, perdida del apetito, diarrea, náuseas, indigestión, mal sabor de boca, molestias en el pecho, dolor de cabeza, dolor muscular, debilidad, acidosis láctica, disminución en los niveles de vitamina B12, entre otros.
No deberían usarla personas con: alergia a sus componentes, pacientes alcohólicos, pacientes cuyo riñón funciona muy mal.
Es posible su uso en el embarazo, no hay evidencia de riesgos en el humano, pero solamente deberá emplearse bajo indicación médica que lo justifique. No se recomienda su uso durante la lactancia a menos de que los beneficios superen los riesgos.