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Todos los niños tienen temores en algún momento de sus vidas. La mayoría de los temores de la infancia son normales, temporales y eventualmente superados. Los padres deben entender que los miedos son normales y que no representan necesariamente un problema en el niño o en el entorno.
El objetivo del manejo de los temores es ayudar al niño a aprender formas positivas de sobrellevar y trascender el miedo. Esto se logra a través de la tranquilidad, la educación, la experiencia y / o la exploración.
En muchas ocasiones lo miedos se aprenden de los padres. La tranquilidad de los padres, puede ser un enfoque eficaz para la mayoría de los temores. Las estrategias cognitivas que pueden ser usadas incluyen, relajación por medio de la respiración lenta y controlada, visualización de una escena agradable (ir relatando una escena con detalles de olores, colores, paisajes) y la afirmación positiva (por ejemplo, "Soy fuerte y no me duelen las vacunas") Un enfoque adicional es la "biblioterapia" o el uso de la lectura en voz alta a los niños para abordar los temores.
Los temores del niño deben ser reconocidos, pero no exagerados o menospreciados. Los padres deben respetar la inclinación del niño a retirarse del estímulo, pero la ansiedad no debe ser reforzada o exacerbada. Los temores se pueden exacerbar de las siguientes maneras:
● Usándolos como una amenaza (por ejemplo, "el médico le dará una inyección si no está bien")
● Al humillar al niño (por ejemplo, "Sólo los bebés tienen miedo a las inyecciones")
● Indiferencia a la angustia del niño.
● Sobreprotegiendo al niño o permitiéndole evitar el temido estímulo.
Tal acción confirma la hipótesis del niño de que el estímulo debe ser temido. El alivio del niño de los síntomas cuando se le permite evitar el estímulo refuerza el comportamiento de evitación.
En caso de no ser eficaces estos métodos, recurrir a un profesional de salud mental para la psicoeducación y entrenamiento en estas y otras estrategias es ideal.