Se trata de un mecanismo natural que desencadena la relajación de la musculatura de los cuerpos cavernosos y las arterias del interior del miembro, permitiendo una mayor afluencia de sangre y oxígeno. Como resultado el pene aumenta visiblemente su volumen, pasando de los 6 o 6.5 centímetros a los 12 o 14 cm.
Este endurecimiento rutinario ayuda a la revitalización y regeneración de los tejidos del órgano genital, preservando así su buen funcionamiento.
Durante el sueño se elevan además los niveles de testosterona alcanzando su máximo a primera hora de la mañana lo que, unido a la acumulación de orina en la vejiga, puede estimular levemente la erección.